domingo, 21 de noviembre de 2010

Pienso pienso pienso

Llueve, llueve llueve, es primarano y en mi patio no crece el pasto. Llueve, llueve, llueve y por mi ventana entra esa suave y fresca brisa de lluvia acompañada por ese olor tan particular.
Y... ¡dejá de llover! ¡pará pará pará! Me voy a hacer huevos revueltos.
Siempre en la caja de huevos tiene que estar el huevo cagado, ese huevo que es total y completamente discriminado, por que nadie lo quiere tocar y da mucha paja lavarlo, la sarten que hace meses fue nueva ahora es la más vieja, la más descuidad tanto que hasta la manija se le safa pero sigue siendo mi favorita. Y simplemente a veces no puedo creer que mi comido favorita sea algo tan simple como dos huevos revueltos con sal, orégano, queso y alguna que otra vez tomate. Rechazó completamente la idea de comer en la mesa sola, no me gusta la mesa. Busco mi cuenco favorito y me sirvo los huevos, agarro un individual y me voy para mi habitación, si, a ese escritorio que está escondido en ese rincón; como mientras escucho city zen, de a ratos me asomo a la ventana quizás con la tonta ilusión de que se me vaya el dolor de cabeza que me persigue tarde tras tarde.
Y cada vez es más y más cariñosa la mirada con la que miro mi cama, me rindo y me sumerjo en ella, con lo huevos en la panza, me sumerjo, me sumerjo y me sumerjo más y más hasta el borde de traspasar el colchón
...Y ¿en que pienso? pienso pienso pienso en nada, pero me dí cuenta de que no pienso en nada y pienso....

No hay comentarios:

Publicar un comentario