domingo, 23 de junio de 2013

Es que ya no me haces bien, y me pone triste.
La primera vez que le dije que le quería, el cayo y yo también, pues ya había dicho demasiado.
Comunicarme nunca me resulto fácil.  Las palabras escaparon de mi, desesperadas peleando por salir primero y ahí fue cuando le dije “te quiero” rápido y conciso apenas se pudo escuchar ni siquiera le miré la cara, porque tenía tanta vergüenza que lo único que podía mirar eran mis uñas.
Ante su silencio, y el mío producto del suyo, algo me invadió cuerpo y alma. Lo llamo algo porque no sé cómo se define la sensación, una mezcla de estar desnuda en 9 de julio con mucha decepción y ganas de salir corriendo  trágame tierra.
A esas alturas de la noche solo quería estar sola quería que se vaya, pero me acompaño a casa y fue silencioso e incómodo. No podía para de pensar como era que no me había dicho nada ¿A caso no me quería ni un poco?
Nunca más le volví a decir que lo quería por más que de a poco lo iba queriendo un poco más pero él nunca lo dijo.

Hoy creo que lo extraño un poco, tengo miedo de verlo y que estas palabras escapen de mi boca como escaparon las otras. Tengo miedo que se caye y no me extrañe.